jueves, 18 de octubre de 2018
domingo, 2 de septiembre de 2018
domingo, 26 de agosto de 2018
2° C: Geografía: Dorsales oceánicas. Bordes divergentes. Y Falla. (Islandia)
Les dejo dos videos para ilustrar parte del tema visto.
viernes, 24 de agosto de 2018
jueves, 21 de junio de 2018
domingo, 20 de mayo de 2018
martes, 15 de mayo de 2018
miércoles, 9 de mayo de 2018
2° "A" Historia. Shincal: La huella Inca. Documental del CONICET
De la mano de Boy Olmi recorremos El Shincal, la antigua capital meridional del imperio inca en el Noroeste Argentino. Se encuentra ubicado en la localidad de Londres de la actual Provincia de Catamarca. Funcionó a fines del SXV como un centro político y administrativo distribuyendo a lo largo del Tawantinsuyu las materias primas y objetos manufacturados resultantes del trabajo de las comunidades autóctonas conquistadas durante la expansión del imperio. Fue también un centro ceremonial en donde se realizaba fiestas y celebraciones a las que acudía gran cantidad de personas. Así el Inca demostraba su poder y generosidad en la búsqueda de construir una identidad social que incluyera a los diferentes pueblos que formaban parte del Tawantinsuyu. Su influencia cultural se manifiesta aún en nuestros días.
miércoles, 2 de mayo de 2018
martes, 17 de abril de 2018
martes, 10 de abril de 2018
lunes, 9 de abril de 2018
6° Socales. Tres fragmentos tomados de distintas fuentes para analizar.
“Los obreros, tal como siempre se ha definido a nuestros hombres de trabajo, aquellos que desde hace años han sostenido y sostienen sus organizaciones gremiales y sus luchas contra el capital; los que sienten la dignidad de las funciones que cumplen y, a tono con ellas, en sus distintas ideologías, como ciudadanos trabajan por el mejoramiento de las condiciones sociales y políticas del país, no estaban allí. Esta es una verdad incuestionable y pública que no puede ser desmentida: si cesaron en su trabajo el día miércoles y jueves no fue por autodeterminación, sino por imposición de los núcleos anteriores, amparados y estimulados por la policía.”
“ La Vanguardia”, 23 de octubre de 1945.
“El proletariado que desencadenó la huelga general revolucionaria de los días 17 y 18 de octubre de 1945 actuó movido por dos imperativos, aparentemente antagónicos entre sí, provenientes de su propia naturaleza de clase, es decir que no le fueron impuestos por ninguna fuerza externa a él mismo: la espontaneidad y la autoconciencia. Su espontaneidad se reveló al no obedecer a ninguna orden de arriba –ni siquiera de Perón, que se había despedido de los obreros recomendándoles: ‘De casa al trabajo y del trabajo a casa’– y al obligar a los dirigentes de la CGT y de los sindicatos a plegarse al paro. Sin embargo, esa espontaneidad no era arbitraria, ni puramente instintiva, pues si la ofensiva oligárquico-imperialista provocó el estallido del ‘pathos’ proletario, también despertó en los huelguistas la autoconciencia de que ellos, y solamente ellos, podían evitar la pérdida de sus conquistas. De ahí que vivieran una jornada desenajenante, en la cual la gravedad de la lucha aparecía cubierta por el desborde dionisíaco de las pasiones reprimidas.”
Puiggrós, Rodolfo. “Historia Crítica de los Partidos Políticos Argentinos (III)”. Buenos Aires, Hyspamérica, 1986.
“Empezaba la mañana cuando comenzaron a llegar rotundos, desafiantes, caminando o en vehículos que habían tomado alegremente por asalto y cuyos costados repetían hasta el hartazgo el nombre de Perón en tiza, cal y carbón. A medida que avanzaban, las cortinas de los negocios bajaban abruptamente con tableteo de ametralladoras. Venían de las zonas industriales aledañas a Buenos Aires. Nadie los conducía, todos eran capitanes.”
Luna, Félix. “El 45. Crónica de un año decisivo”. Buenos Aires. Sudamericana, 1999.
domingo, 25 de marzo de 2018
jueves, 22 de marzo de 2018
lunes, 19 de marzo de 2018
5° Año Economía. Historia.
Transformaciones sociales y económicas del período de Entreguerras.
(Manual 4° Año Medio.Pedro Milos Hurtado Licenciado en Historia,Cristina Moyano Barahona Profesora de Estado en Historia y Geografía, Doctora en Historia ) Andrés Estefane Jaramillo Bachiller en Ciencias y Humanidades, Licenciado en Historia, Jorge Figueroa León Profesor de Estado de Historia y Geografía Magíster en Educación)
Una
nueva sociedad y el surgimiento de la cultura de masas.
Para gran parte de Europa y para Estados
Unidos, el período comprendido entre las últimas décadas del siglo XIX y los
primeros años del siglo XX significó una etapa de profundas transformaciones en
la que se alteraron sustancialmente las estructuras de la sociedad y de la
política, las formas de la vida cotidiana, el comportamiento colectivo, las
relaciones sociales y la organización de la producción, del trabajo y del ocio.
Siguiendo la tendencia del siglo XIX, impulsada por los procesos de
industrialización y urbanización, en este período se produjo un importante
crecimiento de la población, sobre todo en las ciudades, dando origen a las
denominadas masas urbanas.
Miles de personas,
provenientes de migraciones internas (campesinos) o de movimientos migratorios
externos (extranjeros, generalmente también campesinos), transformaron
profundamente las costumbres de las ciudades modernas. Quedó, así, en evidencia
una serie de problemas representados por la irrupción de nuevos actores
sociales, quienes buscaban la forma de insertarse en un espacio urbano en
transformación. Para ello demandaban más y mejores servicios a la sociedad
(vivienda, educación, trabajo, etc.), fortaleciendo, de ese modo, la consolidación
de las clases medias. Si hasta la crisis de 1930 estas demandas pudieron ser
encauzadas a través de los partidos políticos ligados al proletariado y a los
sectores medios, a partir de esa fecha las reivindicaciones sociales comenzaron
a buscar otros canales y movimientos políticos e ideológicos para manifestarse.
Las demandas y expectativas de las masas
emergentes, asimismo, constituyeron un potencial económico para el
funcionamiento de nuevos mercados de consumo, conformados a partir del
desarrollo de la industria cultural (cine, radio, publicidad, prensa). Estos
nuevos productos culturales transformaron sustancialmente la experiencia de las
sociedades modernas, a la vez que fueron rechazados por los miembros de las
clases altas, quienes los vieron como expresión de una ‘baja cultura’, ‘sin
estilo’, que solo representaba una degradación de la verdadera cultura y del
arte.
Los nuevos productos
culturales fueron objeto de un uso político y propagandístico por parte de los
nuevos regímenes de Entreguerras, en un intento por manipular a las masas para
convencerlas y hacerlas partícipes de sus respectivas ideologías. Los líderes
políticos, en efecto, consideraban que las masas estaban compuestas por sujetos
que obedecerían ciegamente los mensajes emitidos, y cuyas respuestas,
preferencias y opiniones podían ser controladas a través de los símbolos,
imágenes o discursos producidos por la radio o por la publicidad. Sin embargo,
con el tiempo se evidenciará que la cultura de masas podía servir también como
fundamento de nuevas identidades culturales, permitiendo el acceso democrático
a la cultura, al entretenimiento y a la información.
Clase
media: grupo social que por su formación e ingresos ocupa un lugar intermedio
entre la población de escasos recursos y los sectores más adinerados. Por lo
general, incluye a profesionales universitarios, técnicos, profesores y funcionarios
administrativos del mundo público y privado.
Los
felices años 20 :Estados Unidos será precisamente el gran
protagonista de un sostenido despegue económico que comenzará a dar frutos
desde mediados de la década de 1920. Esta época, conocida como los “felices
años veinte”, se caracterizará por el aumento vertiginoso de la producción de
bienes de consumo, la aparición del crédito como el principal mecanismo para
asegurar el acceso de la población a estos productos y la masificación de la
especulación bursátil, práctica que mediante la compra y venta de acciones de
grandes compañías facilitaba la acumulación de dinero a quienes contaban con
cierto capital financiero. El aumento de la producción industrial estuvo
directamente vinculado a la mecanización y reorganización de los procesos
productivos. En esta década, los hogares de la pujante clase media comenzaron a
poblarse de refrigeradores, lavadoras de ropa, ventiladores, planchas
eléctricas, radiorreceptores y una serie de productos que modificaron para
siempre los ritmos de la vida doméstica. También se masificó el uso del
automóvil, el que dejó de ser un bien exclusivo de la élite para convertirse en
símbolo de las nuevas formas de producción y de las facilidades que el mercado
entregaba para el consumo.
Así, la mayor disponibilidad
de bienes tuvo como consecuencia la disminución de los precios, lo que estimuló
las ansias de consumo de la población. A esto también contribuyó el desarrollo
de la publicidad, que utilizó la prensa y la radio para promocionar los nuevos
productos. En este escenario, el sistema de compras a plazo comenzó a cumplir
un papel gravitante. Si bien los sueldos de los trabajadores no aumentaron
considerablemente durante la época (se calcula que entre 1923 y 1929 no
subieron más que un 8%), el acceso al crédito facilitó el consumo y justificó
los elevados índices de producción industrial. El clima de estabilidad general
y la noción de una prosperidad económica sin límites parecían haber desterrado
el miedo al endeudamiento. Esa misma confianza parecía existir en el mundo de
las finanzas, donde ahora no solo participaban los grandes capitalistas, sino
cualquier ciudadano que tuviera algo de dinero para invertir en acciones. La
especulación se convirtió en una práctica cotidiana que prometía fáciles
ganancias.
Los
no tan felices años 20: La sostenida bonanza económica en Estados
Unidos, no beneficiaba a todos por igual. Los campesinos, por ejemplo, vivieron
una década de total estrechez como efecto de la persistente baja en los precios
de los productos agrícolas. Este descenso se explicaba por la creciente
mecanización de las actividades del agro, que aumentó la disponibilidad de
comestibles a niveles que el mercado interno no podía absorber. A ello se
sumaba la recuperación de la agricultura europea luego de la guerra y el
ingreso al mercado mundial de nuevos países –Rusia y Argentina, por ejemplo–
que copaban los eventuales destinos de exportación. Así, no era raro que las
remuneraciones de los peones agrícolas estuvieran muy por debajo de la mitad
del sueldo promedio de los obreros industriales.
La
población negra tampoco disfrutaba de los beneficios de la
prosperidad general. Destinados a asumir los trabajos peor remunerados y a
vivir en condiciones paupérrimas, debieron además soportar el acoso del Ku Klux
Klan, cofradía racista que se ocupaba de perseguir, azotar y linchar a miembros
de la comunidad negra, principalmente en el sur del país. Se calcula que hacia
1924 el Ku Klux Klan congregaba alrededor de cinco millones de miembros. La
década de 1920 estuvo también marcada por la violencia y corrupción asociadas a
la mafia y los gánsters. Estos actores irrumpieron en la escena estadounidense
luego del establecimiento de la “ley seca” (1919), medida que prohibió la
fabricación, comercialización e ingesta de todo tipo de bebida alcohólica.
Lejos de desterrar el consumo, la resolución terminó estimulando la aparición
de un mercado clandestino con destilerías y locales ilegales. Mientras
productores y traficantes defendían sus dominios con bandas de gánsters que
instalaban la violencia y el crimen organizado, la policía y las autoridades
daban luz verde al contrabando, incentivados por una red de sobornos que incluso
llegó a altas esferas de gobierno. La medida fue derogada en 1933.
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