lunes, 19 de marzo de 2018

5° Año Economía. Historia.


Transformaciones sociales y económicas del período de Entreguerras.

 (Manual 4° Año Medio.Pedro Milos Hurtado Licenciado en Historia,Cristina Moyano Barahona Profesora de Estado en Historia y Geografía, Doctora en Historia ) Andrés Estefane Jaramillo Bachiller en Ciencias y Humanidades, Licenciado en Historia, Jorge Figueroa León Profesor de Estado de Historia y Geografía  Magíster en Educación)


Una nueva sociedad y el surgimiento de la cultura de masas.

 Para gran parte de Europa y para Estados Unidos, el período comprendido entre las últimas décadas del siglo XIX y los primeros años del siglo XX significó una etapa de profundas transformaciones en la que se alteraron sustancialmente las estructuras de la sociedad y de la política, las formas de la vida cotidiana, el comportamiento colectivo, las relaciones sociales y la organización de la producción, del trabajo y del ocio. Siguiendo la tendencia del siglo XIX, impulsada por los procesos de industrialización y urbanización, en este período se produjo un importante crecimiento de la población, sobre todo en las ciudades, dando origen a las denominadas masas urbanas.

Miles de personas, provenientes de migraciones internas (campesinos) o de movimientos migratorios externos (extranjeros, generalmente también campesinos), transformaron profundamente las costumbres de las ciudades modernas. Quedó, así, en evidencia una serie de problemas representados por la irrupción de nuevos actores sociales, quienes buscaban la forma de insertarse en un espacio urbano en transformación. Para ello demandaban más y mejores servicios a la sociedad (vivienda, educación, trabajo, etc.), fortaleciendo, de ese modo, la consolidación de las clases medias. Si hasta la crisis de 1930 estas demandas pudieron ser encauzadas a través de los partidos políticos ligados al proletariado y a los sectores medios, a partir de esa fecha las reivindicaciones sociales comenzaron a buscar otros canales y movimientos políticos e ideológicos para manifestarse.

 Las demandas y expectativas de las masas emergentes, asimismo, constituyeron un potencial económico para el funcionamiento de nuevos mercados de consumo, conformados a partir del desarrollo de la industria cultural (cine, radio, publicidad, prensa). Estos nuevos productos culturales transformaron sustancialmente la experiencia de las sociedades modernas, a la vez que fueron rechazados por los miembros de las clases altas, quienes los vieron como expresión de una ‘baja cultura’, ‘sin estilo’, que solo representaba una degradación de la verdadera cultura y del arte.

Los nuevos productos culturales fueron objeto de un uso político y propagandístico por parte de los nuevos regímenes de Entreguerras, en un intento por manipular a las masas para convencerlas y hacerlas partícipes de sus respectivas ideologías. Los líderes políticos, en efecto, consideraban que las masas estaban compuestas por sujetos que obedecerían ciegamente los mensajes emitidos, y cuyas respuestas, preferencias y opiniones podían ser controladas a través de los símbolos, imágenes o discursos producidos por la radio o por la publicidad. Sin embargo, con el tiempo se evidenciará que la cultura de masas podía servir también como fundamento de nuevas identidades culturales, permitiendo el acceso democrático a la cultura, al entretenimiento y a la información.

Clase media: grupo social que por su formación e ingresos ocupa un lugar intermedio entre la población de escasos recursos y los sectores más adinerados. Por lo general, incluye a profesionales universitarios, técnicos, profesores y funcionarios administrativos del mundo público y privado.

Los felices años 20 :Estados Unidos será precisamente el gran protagonista de un sostenido despegue económico que comenzará a dar frutos desde mediados de la década de 1920. Esta época, conocida como los “felices años veinte”, se caracterizará por el aumento vertiginoso de la producción de bienes de consumo, la aparición del crédito como el principal mecanismo para asegurar el acceso de la población a estos productos y la masificación de la especulación bursátil, práctica que mediante la compra y venta de acciones de grandes compañías facilitaba la acumulación de dinero a quienes contaban con cierto capital financiero. El aumento de la producción industrial estuvo directamente vinculado a la mecanización y reorganización de los procesos productivos. En esta década, los hogares de la pujante clase media comenzaron a poblarse de refrigeradores, lavadoras de ropa, ventiladores, planchas eléctricas, radiorreceptores y una serie de productos que modificaron para siempre los ritmos de la vida doméstica. También se masificó el uso del automóvil, el que dejó de ser un bien exclusivo de la élite para convertirse en símbolo de las nuevas formas de producción y de las facilidades que el mercado entregaba para el consumo.

Así, la mayor disponibilidad de bienes tuvo como consecuencia la disminución de los precios, lo que estimuló las ansias de consumo de la población. A esto también contribuyó el desarrollo de la publicidad, que utilizó la prensa y la radio para promocionar los nuevos productos. En este escenario, el sistema de compras a plazo comenzó a cumplir un papel gravitante. Si bien los sueldos de los trabajadores no aumentaron considerablemente durante la época (se calcula que entre 1923 y 1929 no subieron más que un 8%), el acceso al crédito facilitó el consumo y justificó los elevados índices de producción industrial. El clima de estabilidad general y la noción de una prosperidad económica sin límites parecían haber desterrado el miedo al endeudamiento. Esa misma confianza parecía existir en el mundo de las finanzas, donde ahora no solo participaban los grandes capitalistas, sino cualquier ciudadano que tuviera algo de dinero para invertir en acciones. La especulación se convirtió en una práctica cotidiana que prometía fáciles ganancias.

Los no tan felices años 20:  La sostenida bonanza económica en Estados Unidos, no beneficiaba a todos por igual. Los campesinos, por ejemplo, vivieron una década de total estrechez como efecto de la persistente baja en los precios de los productos agrícolas. Este descenso se explicaba por la creciente mecanización de las actividades del agro, que aumentó la disponibilidad de comestibles a niveles que el mercado interno no podía absorber. A ello se sumaba la recuperación de la agricultura europea luego de la guerra y el ingreso al mercado mundial de nuevos países –Rusia y Argentina, por ejemplo– que copaban los eventuales destinos de exportación. Así, no era raro que las remuneraciones de los peones agrícolas estuvieran muy por debajo de la mitad del sueldo promedio de los obreros industriales.

La población negra tampoco disfrutaba de los beneficios de la prosperidad general. Destinados a asumir los trabajos peor remunerados y a vivir en condiciones paupérrimas, debieron además soportar el acoso del Ku Klux Klan, cofradía racista que se ocupaba de perseguir, azotar y linchar a miembros de la comunidad negra, principalmente en el sur del país. Se calcula que hacia 1924 el Ku Klux Klan congregaba alrededor de cinco millones de miembros. La década de 1920 estuvo también marcada por la violencia y corrupción asociadas a la mafia y los gánsters. Estos actores irrumpieron en la escena estadounidense luego del establecimiento de la “ley seca” (1919), medida que prohibió la fabricación, comercialización e ingesta de todo tipo de bebida alcohólica. Lejos de desterrar el consumo, la resolución terminó estimulando la aparición de un mercado clandestino con destilerías y locales ilegales. Mientras productores y traficantes defendían sus dominios con bandas de gánsters que instalaban la violencia y el crimen organizado, la policía y las autoridades daban luz verde al contrabando, incentivados por una red de sobornos que incluso llegó a altas esferas de gobierno. La medida fue derogada en 1933.